Al final de embarazo se producen normalmente una serie de alteraciones metabólicas que pueden relacionarse con resistencia a la insulina (es decir, que la insulina no surte efecto sobre las células).
Esta resistencia, a su vez, aumenta las necesidades de insulina, y puede provocar intolerancia a la glucosa y también hiperglucemia (aumento de la glucosa en sangre).
Este cuadro recibe el nombre de diabetes gestacional, gravídica o del embarazo, y se presenta en alrededor de 4% de las mujeres embarazadas.
Las pacientes vuelven –en la mayoría de los casos- a tener una tolerancia normal a la glucosa luego del parto, pero conservan un riesgo elevado (30 a 60%) de tener diabetes en algún momento posterior de su vida.
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